Bienvenido a mi cabeza. No aseguro tu muerte, pero tampoco tu supervivencia. Lo único seguro es que no serás el mismo después de entrar aquí.

Antes de nada debería haceros una confesión...yo soy... Richard Clayderman!!!

Mi nombre es Jango Starlight

Jango Starlight VS Darth Treveron

El Reno Renardo - Camino Moria ¿No es lo más grande que habéis visto? XD

lunes, 4 de febrero de 2008

El guerrero de cabeza púrpura

Cuenta la leyenda que hace muchísimos años hubo un guerrero muy valiente que se ganó el reconocimiento de todo el reino gracias a sus heroicas hazañas. Se le conocía como el guerrero de cabeza púrpura.

Dick, que así se llamaba, nació en el seno de una humilde familia en el reino de los Falomorphos. Desde que Dick nació, su futuro estaba predestinado. Al igual que el rango de las hormigas desde su nacimiento, Dick había venido al mundo para ser guerrero, pues por todos es sabido que tener la cabeza púrpura es señal de valentía y fortaleza entre los Falomorphos.

Cuando Dick era pequeño pasaba el día jugando con sus amigos, tenía muchos y buenos amigos. Lo hacían todo juntos. De vez en cuando se llevó algunas regañinas, como todos los niños. Pero pronto fue captado por los ojeadores del reino e inscrito en la academia de guerreros, famosa por formar a los mejores guerreros del mundo. Cuando Dick creciera lucharía en nombre del rey, defendiendo el reino de los terribles males del mundo.

Siendo Dick aún joven, se extendió el rumor de que un malvado hechicero llamado Clythorus había llegado al reino y se escondía en una cueva, en las altas montañas, cerca de donde Dick había nacido. Y cuentan que desde allí, el malvado Clythorus lanzaba sus hechizos contra los aldeanos, invocaba maléficas criaturas que atacaban los pueblos, saqueando y matando a la gente.
Todos los guerreros del reino estaban excitadísimos con la noticia, pues tendrían la oportunidad de demostrar su valía derrotando al malvado hechicero. Así pues, los más valientes guerreros partieron en búsqueda de Clythorus, pero ninguno regresó con vida.

En la academia de guerreros se intensificaron los entrenamientos. Todos querían aprender a dominar la técnica de Herek Thus, una habilidad que sólo los guerreros poseían, que les permitía durante un determinado período de tiempo crecer en tamaño y en fuerza. ¿Pero sería alguien lo bastante fuerte como para mantener esta técnica el tiempo suficiente para vencer a Clythorus?

Pasaron los años y nadie conseguía vencer a Clythorus. Todos los valientes guerreros que habían partido habían perecido. Eran tiempos oscuros para un reino que en otro tiempo había sido el paraíso. Los malvados secuaces de Clythorus habían devastado casi por completo los valles del reino. Muchas aldeas habían quedado desiertas. Los continuos ataques habían hecho que los supervivientes migrasen hacia la grandes ciudades donde se sentían más seguros. El reino entero clamaba por un héroe que les librase de la terrible desgracia que se había apoderado de sus vidas.

Por aquel tiempo, Dick había crecido y se había hecho muy fuerte. La mayoría de sus amigos y compañeros ya habían partido a la cueva de Clythorus, pero ninguno había regresado con vida. Dick lo habría hecho también sino fuera porque había conocido a una hermosa doncella llamada Matrizza. Dick se había enamorado locamente de ella, y su amor era correspondido. Ella le había pedido que no fuera hacia lo que pensaba sería una muerte segura, y aunque Dick era muy valiente y no temía a nada, su amor por Matrizza estaba por encima de cualquier otra cosa.

Un día, Matrizza fue al mercado del pueblo, como todas las mañanas, a hacer la compra. Pero Clythorus, montado a lomos de un gigantesco dragón, apareció y arrasó todo lo que encontró a su paso.
Matrizza intentó escapar, pero fue inútil. Las gigantescas garras del dragón de Clythorus la hicieron prisionera, pero no por mucho tiempo, pues bien es sabido que la mascota de Clythorus nunca deja supervivientes. Mas esta vez fue distinto.
Matrizza le dijo a Clythorus que su amado Dick vengaría su muerte y acabaría con él. Este desafío le pareció muy interesante a Clythorus que, aburrido de utilizar siempre las mismas artes para acabar con la gente, decidió entrar en el juego.
Así pues, Clythorus ordenó a su dragón que no engullese a la hermosa doncella y la hicieron prisionera en su cueva. Dejaron a un aldeano con vida y le ordenaron que le comunicara a Dick que si quería rescatar a su amada tendría que enfrentarse a él.

La noticia llegó a Dick y sin mediar palabra alguna con nadie cogió su armadura y su espada y galopó día y noche hasta llegar a la cueva de Clythorus con la firme intención de vencer donde otros habían sido vencidos y traer de vuelta a su amada Matrizza.

Cuando Dick llegó a la cueva, su primer obstáculo fue el feroz dragón de Clythorus. Sin previo aviso, la gigantesca mascota del mago atacó, pero la poderosa espada de Dick le atravesó el corazón.
Clythorus estaba impaciente por la llegada de Dick, para enfrentarse frente a frente, aunque jamás habría pensado que éste pudiera vencer a su dragón. ¿Sería Dick lo suficientemente fuerte como para derrotarle? Él no lo creía. Y aunque lo consiguiera, jamás podría deshacer el hechizo que mantenía prisionera a su amada doncella.

Dick no se hizo de rogar y en pocos minutos llegó a la entrada de la cueva donde el malvado hechicero ya le estaba esperando. Ambos mediaron palabras desafiantes en una lengua muy antigua con innombrables connotaciones obscenas. El combate estaba a punto de comenzar, pero Dick no tenía miedo, pues la vida de su amada dependía de su éxito o su fracaso. Llevaba años entrenándose para este momento y ahora no iba a fallar.

Con un desgarrador grito de guerra se abalanzó contra Clythorus espada en mano, pero éste la detuvo con un hechizo que formuló con un movimiento de su mano. Estaba claro que así jamás podría vencerle, había llegado el momento de usar la técnica de Herek Thus.
Nuevamente cargó contra el hechicero, pero a la vez que corría hacia él cerró los ojos, apretó los dientes con fuerza y su cuerpo comenzó a crecer y endurecerse hasta hacerse tres veces más grande y más fuerte. Clythorus no se sorprendió, al contrario, sonrió. El mago entonces dijo que los demás guerreros que habían logrado llegar hasta allí habían utilizado la misma ridícula técnica y a ninguno le había servido de nada. Clythorus señaló entonces al suelo donde aún habían algunos restos de otros caballeros.
Dick estuvo durante unos segundos que se hicieron eternos mirando los restos de sus compañeros. Esto hizo que su cólera aumentara y tras un grito desesperado cargó de nuevo contra el hechicero. Éste siguió defendiéndose con hechizos protectores, pero pronto necesitó la ayuda de una daga, que llevaba bajo su túnica, al verse presionado por los poderosos ataques de Dick. Finalmente, un portentoso golpe de Dick dejó desarmado a Clythorus.

El malvado Clythorus jadeaba por el cansancio y retrocedía unos pasos. Seguramente estaba empezando a considerar la posibilidad de no salir con vida de allí. Pero aún le quedaba una última carta por jugar.
El mago lanzó una poderosísima bola de fuego contra Dick, pero éste la bloqueó con la espada. La bola de fuego se encontraba entre Dick y Clythorus. El mago intensificaba su poder para intentar que la bola fundiera el acero de Dick y le golpeara. Dick bloqueaba la masa de fuego ardiente con todas sus fuerzas, no había llegado tan lejos para morir allí, tan cerca de la victoria. Finalmente, Dick sacó las últimas fuerzas que le quedaban y empujó la bola de fuego que impactó de lleno en Clythorus, cuyo cuerpo comenzó a arder. El mago se echó al suelo rodando por la tierra para apagar las llamas que le consumían. Cuando las llamas se apagaron, Cythorus yacía en el suelo medio muerto, pero aún con vida.

Dick cayó al suelo, cansado por el esfuerzo realizado. Descansó unos segundos y volvió a levantarse. Aún había que rescatar a su amada Matrizza. Pero entonces el mago habló. Éste dijo que había echado un hechizo en la celda en la que se encontraba la mujer. Se trataba de la maldición Himenis, una barrera impenetrable. Clythorus dijo que no había posibilidad de echar abajo la maldición, tan sólo él podía hacerlo. Tras decir estas palabras sonrió y murió.
Dick no hizo caso a las palabras del moribundo hechicero y se adentró en la cueva hasta llegar a las celdas donde se encontraba su amada.

Allí estaba ella, sentada en el rincón de una de las celdas, con los ojos húmedos, signo de haber llorado. Pero su rostro cambió y se iluminó al ver a su amado. Dick se dispuso a romper los barrotes de la celda, no aguantaba un minuto más sin abrazar a su amada, pero al golpear con su espada, una fuerza invisible le lanzó con fuerza hacia atrás, golpeándose con fuerza contra la pared.
Matrizza ahogó un grito, pero Dick se levantó con alguna dificultad. Estaba claro que las palabras de Clythorus no habían sido un farol. La maldición Himenis existía y si lo que había dicho el malvado hechicero era cierto, tras su muerte no había forma de romper el hechizo.
El efecto del Herek Thus se estaba agotando, además estaba herido y cansado. Pero no iba a dejar morir a su amada en aquella celda, aunque le costara la vida la sacaría de allí. Así pues, cargó de nuevo su espada, concentró toda su fuerza en ella y cerró los ojos. Pensó en cuánto amaba a Matrizza y lo desgraciado que sería sin ella. Puso todo su corazón en aquella estocada. Con decisión corrió hacia la celda y golpeó. Hubo una explosión que le lanzó hacia atrás. Estaba tendido en el suelo, se había levantado una nube de humo que se disipaba conforme pasaban los segundos. Dick levantó la cabeza y miró hacia la celda... los barrotes se habían partido. Matrizza estaba a salvo. Inmediatamente después se desmayó.

Cuando regresaron, Dick fue recibido como un héroe y desde entonces se le conoce como el guerrero más fuerte y más valiente de todos los tiempos. Dick y Matrizza se casaron, fueron felices, comieron perdices, un plato de cayos y subsistieron con una dieta a base de hortalizas que Clythorus había cosechado en su cueva.

Y esta es la leyenda del guerrero de cabeza púrpura. Y por si alguien no se ha dado cuenta aún, el guerrero de cabeza púrpura es una polla.

By Pote.

4 comentarios:

Tréveron dijo...

La última frase ha acabado con el encanto del relato...

Si, me refiero a "by Pote"

Sinkim dijo...

Una historia graciosa y bien contada :-D

Anónimo dijo...

Ya decía yo...Eso de tener la cabeza púrpura...La tecnica Herek Thus...El malvado Clythourus e Himenis...
joder tio...ya empezaba a creer que tenía la mente enferma y que siempre buscaba ese sentido de las cosas...pero esta vez la culpa la tienes tu xDDDDD

Muy buena! me tienes q djar que la cuelgue en mi myspace jeje
Alee chaoo besos a cuidarseee

Danniela

Duermevela dijo...

La última frase se ha cargado lo mítico del relato...

..¿para qué las aclaraciones? Yo soy suficientemente corta como para no darme cuenta de esos pequeños detalles...déjame ser feliz ToT

tendré que reconocerlo...la historia es buenísima...

Aprovechando que soy Richard Clayderman... ¡qué grande, joder!

Si Matt Groening me hubiese creado, sería así de sexy